De repente logré esa sensación que realmente no sé explicar, esa paz melancólica aunque no triste, en la que todo parece pasar más lentamente. Esa paz que me obliga a caminar por la calle mirando al suelo, aunque por dentro me sienta flotar, tan volátil como las mismas hojas de éste otoño. Es una sensación muy extraña, que pocas veces he sentido. Todo venía bien, tranquilo y fresco como la noche. Hasta que llegué y ella tenía que hacer sus comentarios.
Y de esa sensación... no me quedó nada, más que ganas de escribir.
"Debe ser el hábito de esperar que algo quiebre el unísono."