Carcomes mi conciencia. Taladras mi pensamiento. No queres dejarme tranquilo. Pero aún así... te necesito. No te vayas, te preciso para no olvidar, para aprender. Espero ansioso y con temor a que el karma me castigue por haber actuado como lo hice. Mientras tanto, me ocupo de darme latigazos en la espalda del sentimiento, con el látigo del pensamiento. Y eso me aliviana y me hunde al mismo tiempo.
Ojalá algún día puedas perdonarme.
"El loco no fue el culpable, sino quien le diera el sable."
No hay comentarios.:
Publicar un comentario